Lima limón la limé

Un discurso me ha caído con empacho. Muchas palabras rasparon todo en mí. Tal vez fue una forma tan inorgánica de hablar o mi maldita costumbre de tirarle crema a todo. Mucho silencio necesitaría esta noche. Mucha lluvia de limón que sabe dar mi amigo, el invisible, ese que se ve pero mejor si lo veo sola. Sus charlas digestivas son alivio para una persona gastrosomatizadora como yo. Pero sabio su prospecto, hay que tomarlo en su medida exacta, sin abusos porque crea adicción y eso es peligroso para la gente adicta a lo que venga, como yo. Adicta al cigarrillo, a la coca-light, al resaltador, a la gente que masca limón, a los pasos de baile, al chocolate, a los problemas ajenos, a la mala-sangre, a adoptar "hijos"por el mundo, en fin. Una mina de mierda. ( ¿? )No, mentira. Lo último que se pierde, como decía mi abuelita la de un metro treinta, es la autoestima. No se por qué siempre repetimos lo que dicen las abuelitas. La mía la mayoría de las veces se mandaba cualquiera, pero no importa, porque lo que decía la abuelita es para tomar en cuenta always. Así que a partir de ahora vendrán generaciones y generaciones que se basen en los sabios consejos frívolos y coquetos de mi abuelita.